Y cuando volvamos, ¿qué?

Muchos me preguntan cómo va a ser el regreso, qué va a cambiar y cuánto tardaremos en dominar el desafío que se nos presenta en un escenario que perciben como amenazante.

Yo no tengo una bola de cristal, pero sí mucha fe en la capacidad de adaptación de las personas. Creo que hemos de distanciarnos del paradigma del miedo y confiar en que somos perfectamente capaces de salir adelante. Así que, en vez de dar apuntes de todos los procesos que habría que abordar, planes para adelantar, costes que revisar, rediseñar los espacios y tomar medidas de higiene excepcionales. Prefiero acudir al pensamiento disruptivo y creativo, (tal como os explico en mi libro Espresso para ti) y mostraros otra manera de ver esta situación a través de un cuento que me ha compartido mi amigo Nano Marchione:

        «Las codornices felices»

Esta es la historia de tres hermanos que vivían en una tierra lejana. Al alcanzar la edad de trabajar, su padre los reunió y les dio un dinero para ayudarlos a empezar, la misma cantidad a cada uno. Así, se abrieron sus caminos y cada cual tiró por su lado.

El primero decidió dedicarse a la fabricación de canaletas para recoger el agua de lluvia en las casas, y llegó a crecer mucho. El segundo cogió un rumbo muy diferente y montó una granja de codornices, vendía sus huevitos a todo el mundo que tuviera una celebración en casa, tan vistosos, pequeñitos y deliciosos. Finalmente, el tercer hermano, muy hábil con la madera, decidió poner un taller de casitas de muñecas, lo suficientemente grandes como para que una niña pequeña cupiera en ella y pudiera entrar a jugar, un éxito.

A los tres les iba realmente bien, estaban prosperando, cada uno en lo suyo, sus ventas aumentaban mes a mes. Hasta que un año, de repente llegó una crisis muy grande, la gente se asustó y se recogió en sus casas, dedicando los recursos a las cosas más básicas e imprescindibles. Las canaletas metálicas fueron reemplazadas por las de PVC, más baratas y eficientes. Los huevitos de codornices felices fueron desapareciendo de las tiendas, dando paso a los de gallina, más baratos y rendidores. Y las tiendas de juguetes pasaron a ofrecer casitas más pequeñas, donde los niños ya no podían entrar, y la madera artesana fue reemplazada por el plástico, más práctico y sin mantenimiento. Una tragedia, los tres habían quedado con un gran stock de sus productos, que no sabían cómo vender.

Al principio se desesperaron, cada uno rompiéndose la cabeza en casa, viendo tristes e impotentes como sus negocios colapsaban. El hermano del medio era el más preocupado, sufría por la vida de sus queridas codornices que, sin sus atenciones, no sobrevivirían. Pero, lejos de rendirse, se dio cuenta de que solo no podría solucionarlo, y decidió convocar a sus dos hermanos para buscar ayuda y encontrar juntos una solución. Luego de unas cuantas horas de reunión, salieron corriendo al periódico local para poner un anuncio, esto es lo que decía:

“Trae la alegría del campo a tu balcón. Cómprate tu pack mini-granja, ¡y disfruta de huevitos frescos de codorniz cada día! Una mascota feliz para tus hijos que te premia con algo delicioso. Cómodas y calentitas en su casita de madera, soltarán tu desayuno a través de un ingenioso sistema de canaletas que transporta los huevos directo hasta una cesta en la cocina”.

No solo se vendió hasta la última unidad de los tres stocks en tiempo récord, sino que se formó una sociedad para continuar con el nuevo negocio familiar.

Fin

 

Quizá penséis que el encierro me está afectando, que estoy pasando demasiado tiempo con mis hijos, pero este texto me viene genial para que se entienda la idea.

Nos estábamos comportando como rivales, había demasiada competitividad. Es tiempo de ayudarnos, de colaborar. Es la oportunidad para sacar la improvisación, el ingenio, la adaptación. Si algo nos puede salvar de esta, son nuestros valores como la solidaridad y el sentido de comunidad que se resumen en la frase de “la unión hace la fuerza”. ¡Somos unos ‘currantes’ imbatibles y estamos perfectamente preparados para salir adelante!

Gracias por leerme y hasta otro post, amigos.

Xavi Iglesias

Un enamorado del café y del servicio en sala

3 comentarios

  • Marielba Ponte Medrano on 26 de mayo de 2020

    Me encantó tu reflexión amigo Xavi y pienso, como muchos, que de esta situación saldremos fortalecidos y mucho más humanos, porque se sacará de cada uno lo mejor que tenemos y que quizás no nos habíamos dado cuenta.
    Y fue muy gratificante que expusieras esa hermosa historia de mi amigo y querido Fer (Nano) dónde se demuestra el valor de la hermandad y compromiso de esos chicos y ratifica el lema de los Tres Mosqueteros «Uno para Todos y Todos para Uno» en función de una causa común e igualmente, «En la unión está la fuerza».
    Muchas gracias por mostrarlo!

  • Alicia on 26 de mayo de 2020

    Hermoso el cuento lleno de significado y esperanza, describe perfectamente el momento actual y la resiliencia q necesitamos para superarnos.

  • Maya Lo Castro on 27 de mayo de 2020

    Que claro el cuento de Nano! Estamos en proceso de sacar nuestras habilidades creativas y reinventarnos!! Gracias por compartirlo Xavi. Dos resilientes, admiración profunda!

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